Bogotá se caracteriza por ser un miembro activo de la comunidad internacional en la participación de acciones, programas y proyectos de carácter ambiental orientados a proteger y mantener los diversos escenarios ambientales y ecosistémicos, además de contribuir a minimizar y prepararnos para los impactos generados por el cambio climático.
Así mismo, las políticas ambientales dentro de su discurso apelan a la profunda necesidad de desarrollar acciones encaminadas al cuidado, conservación y protección del ambiente; no obstante, se quedan cortas en la ejecución de las mismas. Por esta razón, es necesario consolidar alianzas entre la comunidad y las diferentes instituciones que la conforman; aprovechando la filosofía ambientalista desde las
aristas particulares de sus integrantes y así cimentar una sinergia que permita la auto sostenibilidad.
Un primer paso para esto, es el hecho de reconocernos como seres contaminantes e iniciar la disminución del rastro que vamos dejando, así, de este modo se abandonaran paulatinamente las prácticas declarativas y el abordaje instrumental del quehacer pedagógico, para poder cumplir de forma práctica y consciente, ocupando la escuela como un espacio experiencial que promueva iniciativas de formación ambiental dentro de una labor mancomunada, generando corresponsabilidad y conocimiento del propio territorio.
En este sentido, se ha observado como problemática dentro de la comunidad, la producción excesiva de residuos sólidos, de la que todos somos conscientes; no obstantes las acciones se han quedado cortas en el ejercicio de mitigación y aprovechamiento estos en beneficio de la comunidad.
Lo anterior ha permitido reconocer en la institución educativa un espacio propio para el intercambio de saberes, la concertación y la producción de estrategias que conduzcan a abordar el problema; asumiendo una postura crítica y reflexiva a partir del desarrollo curricular y afianzamiento de aprendizajes; así como también, a consolidar una ética del cuidado y otras tantas que sucumben en estos momentos de elucubración.
No obstante, existe un tema que consideramos se interrelaciona con la producción de residuos sólidos, que nos convoca a abordarlo desde toda arista que esté ubicado el ser humano: “La enseñanza de temas relacionados con la conservación, protección y cuidado del ambiente”, involucrando dentro de este la perspectiva antropológica del cuidado propio y del otro; entendiendo al otro como ser viviente, independientemente de su origen (planta, animal o humano) en todas sus dimensiones.
De esta forma el colegio María Cano pone en marcha el diseño de un PRAE orientado a desarrollar el sentido de identidad y pertenencia, partiendo desde el cuerpo como primer territorio y productor de residuos, que hace parte de un ecosistema y puede suscitar acciones, a reconocer prácticas ancestrales y generar conocimientos orientados a prácticas amigables con el ambiente.
Este ejercicio implica una constante correlación con aquel proceso investigativo, que surge más de la necesidad auténtica de querer afianzar los conocimientos sobre un tema en específico, que de un frío programa estandarizado; en este sentido, la curiosidad, las inquietudes, las preguntas, equivocaciones y experimentación; promueven la comprensión de conceptos, de igual forma robustece el ejercicio académico investigativo que gradualmente adquiere ciertos niveles de complejidades y se hacen evidentes desde la animación que cada docente imprime a su labor. Por esta razón se hace necesario el trabajo interdisciplinario y el apoyo entre instituciones para que esta labor se pueda consolidar.